lunes, 30 de abril de 2012

No conozco tu nombre ni en que mundo vives, pero moriría por ver tu sonrisa día a día


Siempre pensamos que las historias perfectas están en la tele o en el cine, cuando a veces se presentan delante nuestra y las ignoramos. De amor, de superación, de una búsqueda de la felicidad, etc…
Nuestra vida es una especie de película donde cada uno de nosotros es el protagonista y el guión lo escribimos con las mini historias que nos suceden cada día. Ese sueño que siempre quisiste cumplir, esa lluvia con la que hoy ha amanecido tu ciudad, o esa chica que te encanta desde su coleta hasta el tacón de sus zapatos verdes.

Como cada historia, existe una introducción, un nudo y un desenlace a ese nudo. Esa solución también conocida como final, puede ser feliz o triste. Puede ser un beso, una caricia, un adiós, un orgasmo, el disparo de un arma o esa carta rota en millones de trozos pero que le tienes tanto aprecio que le echas todo el empeño del mundo en recomponerla.
Muchas veces pensamos que nuestra historia es la más emocionante, dramática o conmovedora entre todas cuando realmente no nos damos o queremos dar cuenta de que existe gente en rincones de este inmenso globo con una suerte distinta a la nuestra.


Por eso, dentro de cada sonrisa, hay un verso amable. Donde está la espalda de cada mujer dormida, describe una ciudad donde lo que llueve no es agua, sino cristales. De cada uno de tus sueños, narra la escena que define la película entera.
Escribe historias donde el sol hable o la luna sonría. Historias donde todos aquellos que son condenados por cosas injustas.