viernes, 28 de octubre de 2016

'Pocas luces' hay en todas lados.

Reconozco andar un poco preocupado: ya no sé si es que hablo un idioma distinto respecto a mi generación y a mi país o soy yo que ya me estoy haciendo mayor.


La cosa empezó con la que se lió en la UAM y con Felipe González. ¿Es libertad de expresión manifestarse contra una persona? Sí. Eso nadie lo duda. Lo que ya me parecía no tener tanto sentido es ver a jóvenes ir a manifestarse con el rostro tapado por caretas (la mayoría de papel). Llevo días buscando una explicación para entender por qué querían taparse el rostro, pero sinceramente no la he encontrado. No la he encontrado y más de una vez he pensado en que yo solamente me pondría una careta si es para ir al banco en el que trabajaba mi padre por ejemplo o ir a agredir a una estudiante de la residencia donde trabaja mi madre.

Siguió mi poco entendimiento con el mundo el sábado con lo sucedido en Mestalla y el posterior pollo post-deportivo formado. Vayamos por partes: La violencia no tiene justificación jamás, sea cual sea la incitación, cosa que más de uno o no ha entendido, o ha vuelto a dejar de entender. El caso es que el Barça metió el 1 – 2 definitivo en el 93’ y tras hora y media aguantando insultos del público sumadas a las entradas chés, se fueron a celebrarlo y en pleno estado de euforia se encararon con el grupo radical valencianista y la respuesta de un burro, porque no tiene otro nombre, fue tirar una botella a Neymar. Dicha botella dio en Neymar, no hay más. Patética la simulación de algunos pero más patética e injustificable fue la actitud del burro, o burrito pues es incluso menor de edad y justificó su agresión a la euforia culé del momento. A todos los que justifican esto como provocación les pregunto: Cada vez que insultan a un árbitro, ¿está éste en su derecho a tirarles una botella? 




La mayor insensatez llegó desde el Comité de Apelación quien primero no sancionó el lanzamiento de una bolsa de pipas a Paco Alcácer (tratado como un enemigo por tener el deseo de ser ambicioso y querer luchar por más, no ser solamente un clase media) después sancionó al cafre de Mestalla con un “paquete” (y casi regalo) de 3.000 euros, reducido a la mitad por “haber encontrado al autor”. Permítanme la licencia de asegurarles que en vez de ser en Mestalla llega a ser en la capital de Andalucía y la gente que se va los fines de semana a hacer el amor al Estadio Olímpico necesitaría otro picadero pues volvería a acoger un evento deportivo tres milenios después. Y siendo como en el caso de Mestalla algo reincidente, (hace un par de años ocurrió con Messi, al que sacaron amarilla por perder tiempo...telita) ni les digo.


Podría hablar del derribo de la estatua de Franco en Barcelona, podría hablar de ese deseo de muerte de aquella señora antitaurina contra el chaval enfermo que no hizo más que ir a un evento cuyo fin era recaudar fondos para la recuperación del crío, pero ya tan lejos prefiero no meterme, no vaya a ser que el lunes aparezca uno con una careta de papel y tirándome una botella en la cara. 

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