sábado, 5 de noviembre de 2016

Exnganchados

Es complicada la vida después de dejarlo con una persona si con ella se ha creado un vínculo. Las relaciones son así: llegan a tu vida, revolucionan las cosas y poco a poco se crea entre los dos una conexión que nadie es capaz de entender: esas sonrisas estúpidas que soltamos cuando hablamos por móvil y dicen algo que nos hace reír, esa infinidad de locuras que hacemos con tal de sorprender a otra persona y mantener, avivar y aumentar la magia… Pero esto es así: gracias a esa persona te tiras viendo el sol y teniendo calor y de repente las hojas de los árboles se caen, llega el frío y te resfrías.

Complicada porque nos acostumbramos a la revolución que se ha creado, y casi no sabemos vivir cuando esa magia revolucionaria se pierde. Sabemos que la vida sigue y continua, pero es algo tan costoso que al principio no hacemos más que mirar de reojo al pasado, buscando explicaciones a lo que ha pasado y pensando qué habrían pasado si las circunstancias fueran otras.

Reconozco que en mi caso yo no soy una persona fácil, más bien compleja. Soy muy introvertido y me cuesta mucho hablar de todo aquello que siento en mi interior, a veces por ese carácter mío y a veces porque no me entiendo ni yo. Por ello, es muy complicado rozando lo semi-imposible que yo llegue a tener esa conexión que decía en el anterior párrafo con alguien. Por esa forma de ser introvertida mía y porque no llego a sentir interés de verdad por el carácter de nadie. Por ello, cuando esa conexión se da, es algo que se puede llegar a convertir en algo de mayor resistencia que el diamante. 

Puede que tenga razón y que la tenga muy idealizada: pero lo digo de verdad, nunca he conocido a una persona tan buena como ella, tan generosa, tan valiente, tan preocupada por los suyos… Puede que fuera yo quien no la mereciera, o viceversa como dice ella. Y de verdad, ella es un auténtico tesoro. Ojalá hubiera en el mundo más gente con ella en vez de tanto egocéntrico con mucha falta de humildad que quiere imponer sus ideas sin escuchar al resto. 

Yo intento mirar hacia delante, y ella también: pero a la hora de la verdad, ninguno de los dos somos capaces de dar el paso de pasar página y no volver a mirar hacia detrás hasta que haya pasado un largo periodo de tiempo, aunque los dos realmente si nos quitásemos la venda de la inseguridad de los ojos, nos daríamos cuenta que estamos mucho más cerca de conseguirlo de lo que creemos.

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