domingo, 21 de octubre de 2012

Ella.

Sensación de ahogo, frío, mareos. Era una chica extremadamente bella, la gente debía tener cuidado de no quedarse anodado de su tremendo físico. Pelo largo moreno de ojos verdes, de sonrisa calcada a la de una niña de cinco años y un cuello que apetece acariciarlo con la garganta recien afeitada, para hacerle sentir cosquillas pero al tenerla bien encerrada para morderle, no tiene tiempo para hacer la cobra. Es una chica a la que le gusta sonreír, que ama hacerlo, que le gusta como a todas la ropa, los bolsos, y los pañuelos para evitar el frio invernal.

Sin embargo, ella es distinta. Ella es una persona increíble. De esas que no quedan, de esas que se guardan los "te amo" para las ocasiones verdaderamente especiales, y no para cuando pasa el primero que vea por delante. Aquella que con su edad no se ha follado a la mitad de la ciudad, ni bebe, ni fuma. Es aquella que si va como una puta en su forma de vestir, sólo decoraría su cuerpo de esa manera con "la única persona por la que sería puta."

Ella no es ni alta ni baja, no es quizás tampoco la más bella del universo, pero es casi la única de todas que me hace sentir un sentimiento nuevo. Un sentimiento de esos importantes, de esos que te convierten en una persona distinta a los demás.

La gente maravillosa se cuentan con los dedos de las manos. La gente afortunada por tenerlas a su lado, también.

¿Mi problema? Que yo no soy el afortunado, y que la quiero de tal manera que haría lo que fuera por serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario