jueves, 16 de enero de 2014

Sweet.

Pongamos en práctica la perfección: vamos a combinar tus ojos azules con los verdes míos. Ahora cierra los ojos, bésame y visualiza que somos dos críos de diez años jugando a enamorarnos.

Tú juegas a acariciarme las mejillas y a agarrarme sensualmente del pelo mientras yo dejo perdidas mis manos por tus brazos. El sol sale todos los días, a veces está eclipsado por la luna, y en otras ocasiones es eclipsado por las nubes, pero siempre sale porque tú sonríes, desde el momento en el que el rock suena de tu despertador para levantarte hasta que tu móvil recibe entrada la madrugada un mensaje mío de WhatSapp diciendo: "Buenas noches, pequeña."

Yo juego a susurrarte secretos al oido, como cuando éramos dos locos enanos que corríamos sin sentido alguno a sitios escondidos para propinarnos pequeños pero sinceros besos en nuestros rostros, aunque de vez en cuando se escapa uno de tus labios. Yo juego, juego mucho a quererte con todas mis fuerzas, y juego tanto que cuando no te tengo cerca, más te quiero aún junto a mí.

Juego a pensar que eres caramelo, caramelo dulce de café, caramelo que endulza la vida, caramelo que alivia mis suspiros. Caramelo que hace todavía más perfecta a gente como Sabina, Green Day o Queen. Caramelo que me provoca el insomnio más feliz del mundo.

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