Michael Jackson como digo, es una persona de la que se pueden escribir millones de libros y todos serán pocos. Una de las pocas cosas en las que estoy de acuerdo con él fuera del show es en que al mundo le hace falta cariño, le hace falta amor. Y es verdad, hace falta más amor de madre. Ya apenas quedan personas que vayan a trabajar o a estudiar con la sonrisa del primer día. Siempre me ha llamado la atención de un profesor este año sus ojos brillantes de ilusión, de entusiasmo por dar clase, aunque luego estas fueron más cansinas que ilusionantes. No hace tanto tiempo los padres iban con sus hijos al fútbol para pasar un buen rato las tardes de domingo, más allá de que se pierda o se gane. Hoy parece que vamos a los partidos más pendiente de llamar al rival "hijo de tal" que a pasarlo bien. Menos mal que solamente ocurre en este deporte tan maltratado que llamamos fútbol, aunque los subnormales con tímidos intentos también intenten llevarlo a otros deportes.
Y es que nadie sabe por qué, pero nos estamos empeñando siempre en rivalizar. En analizar las cosas siempre comparándolas con lo que haría el eterno rival. Que si PP o PSOE, que si Barça o Madrid, que si "españolitos" o independentistas, que si Antena3 o Telecinco... Tenemos que aprender a felicitar al rival sin mirarnos la pelusilla envidiosa del ombligo. El mundo echa de menos que dejemos de ser tan superficial, necesita mucho más cariño del que creemos. Una caricia, un beso en la frente, un halago... el mundo necesita olvidar que está enfermo, y no podemos volver a dejar de pasar de puntillas todo el cariño que echa de menos.
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