lunes, 9 de enero de 2017

Le poison

No se dejen llevar por las apariencias. Aunque sus labios parezcan realmente bonitos por el rojo de su pintalabios, una vez los cruzas con los tuyos te das cuenta de que sus labios cortan mucho. Y que aunque el beso sea intenso o dulce, es un beso mucho más doloroso de lo que cualquiera de nosotros creemos.

Ese momento fugaz en el que los labios conectan es un segundo en el que dentro de tu memoria se produce un baile eléctrico de sentimientos e imágenes que poco a poco te van envenenando, te van llenando de porquería que a dos o tres imbéciles en un día de resaca se les ocurrió llamar amor, o algo así.

El veneno empieza en tus labios pero en poco tiempo han transcurrido por todo tu cuerpo. Aunque quieras detener el beso por lo cortantes que son sus labios, no solamente no eres capaz de detenerlo, sino que te acabas sintiendo dominado por ella, que ataca tu cuello (sí, ese cuello que tantas cosquillas te producen cuando te acarician) con sus pícaros mordiscos.

La profecía es tal que ella te empuja hacia la cama, te tapa con las sábanas y mientras besa el cuerpo, hace auténticas maravillas en sitios que no se pueden decir. Los gemidos se sienten tanto que los muebles vibran y los pájaros que estaban apoyados en la ventana se van huyendo asustados hacia otro balcón en busca de paz y en busca de calor.

El primer beso corto poco a poco se van convirtiendo en muchos besos largos y duraderos. Las ventanas poco a poco se van evaporando y el sudor de los cuerpos empieza a hacerse sentir en las sábanas. El primer beso fue a las cuatro de la tarde, los dos llevabais un peinado impoluto y seguía siendo de día, el enésimo es a las seis y cuarto, de repente la luna ha bajado para visitaros y estáis despeinados llenos de arañazos.

Arañazos motivados por la pasión, por las ganas de desearos, por las ganas de amaros, por las ganas de hacerlo. Arañazos de creer que a veces, solo a veces, los deseos pueden llegar a cumplirse por más utópicos que parezcan, pero también llegar a convertirlo en el mejor guión cinematográfico posible. Porque ella es la Meryl Streep a la que tú te mueres por besar, y él quizás no canta tan bien como Sinatra, pero sí hace mejor cosas con su lengua que el propio cantante.


No es un veneno que te mate, ni mucho menos, pero es un veneno peor: es un veneno que puede que te enamore. Y como lo haga, vas a estar jodido durante mucho tiempo, porque puede perdurar dentro de ti mucho tiempo, y cuando salga, lo echarás de menos tanto tiempo que te dolerá más que el primer beso. 

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