No se dejen llevar por las apariencias. Aunque sus labios
parezcan realmente bonitos por el rojo de su pintalabios, una vez los cruzas
con los tuyos te das cuenta de que sus labios cortan mucho. Y que aunque el
beso sea intenso o dulce, es un beso mucho más doloroso de lo que cualquiera de
nosotros creemos.
Ese momento fugaz en el que los labios conectan es un
segundo en el que dentro de tu memoria se produce un baile eléctrico de
sentimientos e imágenes que poco a poco te van envenenando, te van llenando de
porquería que a dos o tres imbéciles en un día de resaca se les ocurrió llamar
amor, o algo así.
El veneno empieza en tus labios pero en poco tiempo han
transcurrido por todo tu cuerpo. Aunque quieras detener el beso por lo
cortantes que son sus labios, no solamente no eres capaz de detenerlo, sino que
te acabas sintiendo dominado por ella, que ataca tu cuello (sí, ese cuello que
tantas cosquillas te producen cuando te acarician) con sus pícaros mordiscos.
La profecía es tal que ella te empuja hacia la cama, te tapa
con las sábanas y mientras besa el cuerpo, hace auténticas maravillas en sitios
que no se pueden decir. Los gemidos se sienten tanto que los muebles vibran y
los pájaros que estaban apoyados en la ventana se van huyendo asustados hacia
otro balcón en busca de paz y en busca de calor.
El primer beso corto poco a poco se van convirtiendo en
muchos besos largos y duraderos. Las ventanas poco a poco se van evaporando y
el sudor de los cuerpos empieza a hacerse sentir en las sábanas. El primer beso
fue a las cuatro de la tarde, los dos llevabais un peinado impoluto y seguía
siendo de día, el enésimo es a las seis y cuarto, de repente la luna ha bajado
para visitaros y estáis despeinados llenos de arañazos.
Arañazos motivados por la pasión, por las ganas de desearos,
por las ganas de amaros, por las ganas de hacerlo. Arañazos de creer que a
veces, solo a veces, los deseos pueden llegar a cumplirse por más utópicos que
parezcan, pero también llegar a convertirlo en el mejor guión cinematográfico posible.
Porque ella es la Meryl Streep a la que tú te mueres por besar, y él quizás no
canta tan bien como Sinatra, pero sí hace mejor cosas con su lengua que el
propio cantante.
No es un veneno que te mate, ni mucho menos, pero es un
veneno peor: es un veneno que puede que te enamore. Y como lo haga, vas a estar
jodido durante mucho tiempo, porque puede perdurar dentro de ti mucho tiempo, y
cuando salga, lo echarás de menos tanto tiempo que te dolerá más que el primer
beso.
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