viernes, 11 de mayo de 2012

La raya que separa el amor al odio.


Devuelveme ese último aliento que te di justo antes de que te marcharas sin avisarme. Traeme esa sustancia líquida salival que nuestros labios creaban cuando estaban juntos acariciándose a la luz del atardecer en esa playa abandonada.


En cambio, llévate todas esas malditas mariposas voladoras que sobrevolaban mi corazón cuando estabas a cinco metros de mí. Coge también los pañuelos que he usado para desquitarme del sudor frío y nervioso que sentía cuando no te encontrabas cerca mía. Recoge las sábanas que han sido espectadoras de lujo de como tú reposabas allí tus cabellos con ese bendito champú de sabor a limón.


Hazme olvidar todas esas miradas mágicas que he notado cuando nuestros ojos marrones estaban frente a frente, derrochando una felicidad y alegría infinita. Arrepientete de todas esas noches a oscuras en las que yo besaba tu pecho con más dulzura de lo que lo haría un pequeño recién nacido. No me cuentes ya eso de que desearías desaparecer y estar en un lugar absolutamente alejado del ruido de la ciudad, que cuando te rozo el cuello tus revoluciones pasan de ser 45 a ser 90, que me necesitas para que te ayude con tus deberes de matemáticas.


Despreciame, por haberte odiado de una forma tan brutal, tan sobrehumana, y por odiarte a rabiar en este momento, por apenas dirigirte la palabra cuando muchas veces me he hartado de repetir tu nombre hasta elevarlo a donde residen los Dioses. Por considerarte una vez un ángel en mi vida y compararte ahora con el diablo en persona.


Odio y Amor
Despreciame, por que te amé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario