viernes, 20 de julio de 2012

Tarde de domingo


"Era domingo, el primer domingo del verano. A pesar de ser el primer domingo de la estación más esperada por todos ya sentíamos los cuarenta grados en la atmósfera.

Era un domingo atípico, ya que al día siguiente no habia colegio ni examenes.  Pero aunque fuera un domingo atípico lo traté como si fuera un domingo más en mi vida.

El reloj marcaba las seis menos vente de la tarde: estaba tumbado en el sofá con solo unos calzoncillos, ya que si me vestía con algo más encima ya notaba ese líquido que algunos cientificos llamaron sudor. Aparte de estar tumbado decidí refrescarme gracias al ventilador, ese invento que a veces puede llegar a parecernos el mejor invento jamás creado por el hombre.

Pero en ese momento preferí levantarme, y sentarme en el piano, para oír su dulce sonido y porque tenía ganas de crear música. No tenía claro ni que quería, ni como me iba a salir. Simplemente me senté, cerré los ojos y empecé a tocar teclas: do-re-mi-fa-sol...no, este ritmo no me gusta... Do-mi-fa-sol-si-do-la...No, tampoco me convence, pero para nada...

De la puerta hecha de madera que separan las afueras y la parte interior de mi casa salían y entraban personas que lo único que lograban era desesperarme, y aumentar mis pensamientos de que no iba a ser capaz de lograrlo. Llego ya un momento en el que me encontraba cansado de tanto alboroto y la sonrisa de mi cara desapareció, elevé el tono para decir que necesitaba tranquilidad, y entonces en ese instate el silencio reinó en ese octavo piso...

Yo, como siempre con mi típico aire de persona perfeccionista, siempre me pedía más y más, incluso llegando por momentos a la desesperación, la música me empezaba a gustar pero todavía no me terminaba de emocionar.

Decidí parar para descansar un poco y escuchar música. La canción, me inspiraba y todo, (y si, seguiremos, si dicen caiste yo digo me levanto...) De mientras las canciones seguían sonando yo le daba vueltas a la partitura para saber como quedaría la perfecta canción.

Cuando entonces el reloj ya marcaban las seis menos cinco de esa tarde de junio, pasó. Sonó el timbre de ese octavo piso. Yo tenía miedo de que el alboroto volviera, y de que no pudiera concentrarme, pero me equivoqué, por completo... Abrí, y era ella. Una chica morena, de media estatura, ojos profundos marrones, piel suave y sonrisa encantadora.

+ Hola. ¿Qué haces aquí?
- Hola... Pues nada, estaba dando una vuelta y vine a ver si estabas, por si querías salir a dar un paseo o algo.
+ Lo siento, no puedo, estoy intentando componer, pero no lo consigo terminar. Y ya estoy medio desesperandome y dudando de mi capacidad, jaja.
- Bueno...¿quieres que pase y te intente echar una mano? Aunque quiero que sepas que yo no entiendo mucho de música, y menos de instrumentos como el piano.
+ Si quieres vale, aunque no creo que consigas nada...-dije con un tono medio pesimista-

Mientras tuvimos esta conversación y le pregunté si quería algo de beber ya habíamos sobrepasado las seis y cinco minutos de la tarde. Dos minutos más tarde, empezamos a buscar ideas para terminar esa canción. Ella era original siempre, y tenía mucha imaginación, pero sus ideas siempre eran demasiado díficiles de realizar, teniendo en cuenta que mi conocimiento del piano es muy limitado.

Mientras ella seguía dandome ideas yo me perdí un poco, y me concentré en observar sus ojos, decorados por ese maquillaje especial que la convierte en más bonita de ver. El colorete hacía que sus mejillas cojieran un colorcito de tono rojizo, y su lapiz de ojos que sus pestañas fueran más lindas.

Entonces encontré la solución. Decidí cambiar el ritmo de el sónido, convirtiendose en un ruido más atractivo y que te llega más al corazón que el de antes. Empecé a tocar la canción tal como había pensado tras este último retoque, como si no hubiera nadie, como si solo hubiera estado yo en casa. Tras el primer estribillo ya comencé a sentirme más nervioso, es obvio: ¿Quién no se siente nervioso cuando tiene al lado suya a alguien de semejante belleza, de perfecta sonrisa?

Ella se dio cuenta de que me había puesto un poco tímido..

- ¿Estás bien? Si te molesta que haya venido no tienes nada más que decirmelo, y te dejaré para que puedas ensayar un poco más tranquilo, sin que haya nadie observandote.
+ No, no, que va, no es eso... Al contrario, si he logrado terminar esta canción ha sido gracias a ti, que con tus ideas y consejos has logrado abrirme los ojos y ver lo que estaba haciendo mal. Lo de que me he puesto nervioso ha sido porque me sigue dando vergüenza estar en el mismo lugar junto a alguien tan gigante como tu...

Y antes de que terminara esa última frase se acerco a mi con una gran velocidad para callar mi voz tartamudeante. Me callo besandome de forma apasionada y no dejandome ni un segundo respirar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario