jueves, 14 de marzo de 2013

Día a Día.


¿Por qué gritar cuando fuera de nuestra atmósfera nuestros sentimientos no importan? El mundo es un lugar repleto de historias tan distintas como numerosas. Personas envueltas en días soleados de cielo celeste en algunas ocasiones, y en otras de días congelados por el frío donde la lluvia manda y el viento la acompaña.

Porque la persona somos como el sistema solar: cada uno de nosotros es un planeta donde algunos días la climatología es lluviosa, y entras ocasiones el sol sale con imparable fuerza. Con tal fuerza que no es capaz de destruir ni siquiera una marea, ningún volcán, ningún huracán, ni sentimiento. Un planeta en el que a veces ocurren fenómenos como los eclipses que provocan la oscuridad del cielo a pesar de la visión del sol. Pero el sol, al final, como todo astro, acaba demostrando su valía. 


Las personas, a lo largo de nuestra vida, pasamos por depresiones, alegrías, y momentos complicados. Pero siempre tenemos esa fuerza sobrenatural de levantar la cabeza. Siempre sacamos la cabeza del agua para respirar. Siempre tocamos la pared con las manos al final de la calle de la piscina. Y todo esto ocurre cuando cerramos el puño con rabia, para acallar las bocas que nos juzgan sin ningún tipo de juicio de manera continua.

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