lunes, 13 de mayo de 2013

Madrid-Sevilla.


Ni paciente ni impaciente. Ven tú, voy yo, o vengamos los dos. Escapemos antes de que la luna se acueste. Cojamos el primer autobús que parta hacia cualquier sitio donde podamos perdernos, entre la preocupación del resto. Vamos a convertirnos en dos locos adictos al insomnio con tal de no dormir, de estar despierto para poder disfrutar de las veinticuatro horas que tiene un día junto al otro. Hagamos cosas malas en el cine, en callejones oscuros y arbustos escondidos por bosques.

Hazme sentir el dueño de tus palabras, que yo ya te he declarado la heredera de mis sentimientos, de las miradas que te dedican mis ojos marrones, de mis miedos y mis sueños. Convierte mi rostro serio en una eterna sonrisa, y nuestros labios en un constante recipiente donde guardar los millones de besos robados que perdimos ambos. Volver a recuperar tu costumbre de rozar el azahar hasta el final, sentir tus brazos apoyados en mis hombros pidiendo un abrazo.

Desnudarnos frente a frente nuestros cuerpos sin tapujos, sin etiquetas que la sociedad se empeña en colocarnos. Mis lunares frente a tus cicatrices, y viceversa. Fusionar nuestros dos cuerpos en uno solo con la llegada de las tardes veraniegas, repletas de calor, en el que nuestros gémidos suenan en lugares inalcanzables. 

Yo no quiero en ti celebrar San Valentín, ni los Reyes Magos, ni tu cumpleaños o el mío. Quiero besarte cuando me lo pidas, y que me beses cuando lo necesite. Acariciarte cuando tus ojos lo requieran a gritos, y desabrochar los botones de tu blusa cuando te muerdas el labio de manera altamente sexy.

Dar cientos de vueltas en una noria desde la que se vea la ciudad entera. Milones de fotos en las cuales salgamos con los ojos embrujados, embrujados de miles de recuerdos nuestros. Que todo comience a partir de un sueño, que los sueños a veces se cumplen, que los sueños a veces son realidad, por díficil que parezcan.

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