martes, 21 de mayo de 2013

Rock this box.


Mi vida es semejante a un combate de boxeo. Si ya comienzo en desventaja por el poco amor que me propino, imaginen ustedes lo que es vivir siempre recibiendo ganchos de izquierda, derecha, y cosas que están fuera del valor ético: puñaladas por la espalda, comentarios tortuosos, o patadas en los huevos son algunos ejemplos de ello. Y yo ni siquiera me defiendo, ni levanto la mano derecha para pegar. Y cuando comienzo a sangrar, noqueado con la rodilla doblada en el suelo, la gente es incapaz de frenar en seco su ira, su ansia por querer más, todo por un mísero y patético espectáculo. Los humanos dejan de ser humanos en el momento en el que pagan por ver a seres humanos haciéndose daño. Por ver a personas que cuanta más musculatura ganan, menos neuronas van quedando en su diminuto cerebro.
Obviamente, yo gane o pierda músculo en el gimnasio, ni me dedicaré al boxeo, ni iré pegando a la gente porque sé que con los puños se hace muchísimo daño pero con las palabras tengo la absoluta certeza de que un comentario cuenta con el dolor equivalente a un derechazo en el norte del abdomen.
Y cuando te apalizan, nadie tiene esa misericordia necesaria que él desearía  si la suerte fuera a la inversa. Y es que en un mundo como el actual, la gente que no tiene posibilidad de pedir piedad, acaba colgada de una cuerda en el garaje de su casa, o con las venas abiertas por cristales frágiles que cortan, mientras uno está recostado en su cama, con la noche clara y las estrellas vacías. Con la ciudad nocturna abandonada, y los recintos deportivos cerrados llenos de gente con traje y chaqueta de etiqueta, usando a personas como monos parlanchines para entretener sus vidas rellenas de monedas y billetes de 500€, pero huecas en su interior de algo tan necesario como pobre hoy en día. De algo que provocaría un cambio bastante profundo en la sociedad actual, repleta de diferencias económicas y culturales entre las clases sociales.
De algo llamado: sentimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario