sábado, 18 de mayo de 2013

WorldPeace.


Un día vi en un periódico un artículo sobre la sociedad actual y subrayé la palabra PERSONAS. Y de repente se me vino a la cabeza personas con características definidas: una mujer cualquiera alcohólica del barrio de Triana, cualquier persona sin estudios mínimos a las puertas de la oficina de empleo buscando un trabajo, un niño de seis años con síndrome de down, una pareja lésbica ofreciendo su amor en medio de una manifestación en contra de los homosexuales, o una mujer negra siendo arrecida por gasolina entre otros. Cuando estas visiones acabaron comprendí que habían muchas diferencias, pero que todo compartía algo en común: todos somos PERSONAS. Con dos brazos, cinco dedos en cada uno,una cabeza con nariz, dos ojos, una boca físicamente hablando, y si hablamos de personalidad todos contamos con mayor o menos miedo, sueños, ilusiones. Aunque algunos quieran hacernos creen lo contrario, nadie es mejor que nadie, y si comenzásemos a buscar la procedencia de todo, nos daríamos cuenta de la realidad.

Jesús es judío; la pizza, italiana; nuestro móvil, de Hong-Kong; la tortilla de patatas, española; la libertad, francesa; las salchichas y hamburguesas, alemanas y americanas respectivamente. El fúibol, procedente de Inglaterra, al igual que el sushi de Japón y el arroz Tres Delicias, de China. El picante Kébac, de países árabes como Egipto o Irán. Con esto lo que pretendo decir es que nadie es mejor que nadie, y que ser distinto no significa que seamos peor que nadie. Que por mucho que la bandera homosexual represente a homosexuales, transexuales, bisexuales, también nos representa a los humanos, y `por tanto nos representa a las personas, a las que nadie les va a quitar la ilusión de soñar. Porque el mundo no es un lugar donde prejuiciarse mutuamente, sino donde colaborar para lograr una felicidad eterna. Un mundo con cabida para gitanos, negros, pobres, mujeres enfermas, para todos. Porque todos somos PERSONAS.

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