domingo, 6 de octubre de 2013

Smoking love

Esperó a que la burbuja de humo de la cachimba desapareciera para aparecer entre aquel humo con saber a fresa. La esperaba con beso dulce y sincero, despejado de complejos e inquietudes. Un beso con tanta claridad como el azul revuelto con verde de sus ojos. Ella con su risa evaporada en humo no esperaba aquella caricia de mis labios. No quería regalar la dulzura de sus labios a cualquiera. Él había conquistado su tímida sonrisa ganando su confianza en esas gélidas tardes otoñales que recaían sobre los domingos.

Ella, siempre empeñada en la idea de no querer dejarse llevar, cuando estaba con él todo iba sobre ruedas, se soltaba el pelo y se dejaba llevar entre esas rachas de viento. Consiguió hacerla valorar todo aquello de sí misma que odió en el pasado. La amó de una manera tan valiente que acariciaba su colgante como si fuera su pecho, anestesiando su dolor con abrazos.

Harta de tantísimas noches preguntándose dónde estaba su sitio en el mundo encontró la respuesta en los brazos de él. Él era el paracaídas que evitaba una y otra vez su caída al precipicio. Como el cigarro de chocolate que contagiaba su risa, se soltaba la trenza de su coleta de color moreno natural de una forma tan sensual, como si fuera la bufanda más sensible de acariciar. 

El humo seguía expandiéndose por esa habitación de persianas bajadas, con el sol enrojeciéndose antes de llegar las estrellas acompañando a aquella bola blanca repleta de pecas llamada luna. La besó por segunda vez, y se desposó de su reloj, quitándose a continuación el jersey. La cachimba todavía tenía cuerda para rato, pero ya pasó a un segundo plano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario