No entiendo por qué me bloqueo, por qué dudo de mí. A
temperatura ambiente todo mi agua corporal se va haciendo hielo. No entiendo
por qué después de tanto tiempo otra vez los nervios me ganan la batalla.
Tampoco comprendo cómo las personas nos quedamos prendidas por otras con las
cuales apenas tenemos relación. Hoy es invierno, y río, mientras ayer era
verano y lloraba. En cambio, ella… cuando parpadea, nieva. Nieva con tanta
hermosura sobre sus pecas, como la lluvia cae a Sevilla.
No entiendo mi escaso inconformismo, el poco grado de
ambición que tengo, ni entiendo a la gente que celebra San Valentín. Si ella
fuera mía, todos los días le haría sentir que es San Valentín, todos los días
le haría saber que eres imprescindible en mi vida.
No entiendo por qué escribo tan mal, tan mediocremente, sin
pena ni gloria. No entiendo cuando se le entristecen los ojos y agacha la
cabeza. Tienes una mirada de ensueño, que pone la piel de gallina a cualquiera,
hasta el blanco de sus ojos, hace daño, porque es de cristal. Ese cristal
cuando me roza la piel me hace sangrar, y se lleva todos los sentimientos que
hay dentro de mí. No entiendo a la gente que derrocha soberbia, que cada vez
que hablan es para echar mierda por la boca. No entiendo por qué todas las
mañanas que amanecen sin ti a mi lado son días más fríos.
No entiendo por qué desde que te conozco me siento un
romántico del siglo XVIII, un romántico extremista, loco y roto de amor. No
entiendo que el hielo queme, y por el contrario el fuego no congele al
organismo. No entiendo a la gente que nunca es capaz de aprender que el deporte
es un juego donde a veces se gana y otras se pierde, pero donde a veces una
derrota también puede ser una victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario