miércoles, 29 de abril de 2015

La gran mentira española.

Niños que van al colegio con ballestas, personas que se encuentran con sobres llenos de dinero negro, infantas reales que firman los contratos de su marido sin firmar como Magic Johnson. La última ha sido ese periodista almeriense que no es capaz de respetar que España sea un estado plurilingüe.
Da igual que en la previa de un partido de fútbol se mate a una persona si cuando ese mismo partido se juega en la ciudad del fallecido no es declarado de alto riesgo. Eso sí, y que no falte, las manifestaciones contra cualquier cosa, el aborto por ejemplo, si hay algo que no falta es policía.
Durante siglos hemos vivido con la mentira de lo unida que está España. Pongo el ejemplo de cuando ganamos el mundial de fútbol. ¿Qué banderas llevaban los jugadores? De Cataluña, Andalucía, Canarias… ¿Y de España? Las de los madrileños y poco más.
España es de calle la nación más dividida del mundo. Sólo estuvo unida durante la invasión napoleónica, la II República y pare usted de contar. Pero hay algo peor: España ha perdido los valores que nadie supo nunca si de verdad tuvo.
De los ingleses destacamos su sobriedad, de los alemanes la capacidad de orden que tienen, mientras a orillas del Mediterráneo los italianos ponían el romanticismo y los franceses la elegancia. ¿Qué pone España? El gorroneo, la corrupción, los desahucios, la estructura social del Antiguo Régimen donde esos ricos encabezados por nobles y el clero se forran y al resto nos follan.
Tenemos un ejecutivo penoso, de circo, que recorta sin mirar a medio plazo porque claro, si pierden las elecciones y dejan el poder para recuperarlo en otras elecciones se podrán volver a quejar de la herencia recibida.
Es lo que nos merecemos. El país donde los informativos no informan porque coincide con el horario de un Real Madrid-Chiclana de la Frontera. Da igual que el Estado Islámico esté amenazando a España, da igual que se intente dar otro golpe de estado, importa más que Cristiano Ronaldo pega, que Messi vomita, o ese Betis al que siempre maltratan y acaba en un sitio inmerecido.
Lo gracioso en España de que un niño mate con una ballesta es que el delito se lo comen sus padres, si es que al final lo condenan –que esa es otra–mientras el niño sigue alardeando de su plan. Puede sonar ventajista pero no me extraña, si a los niños les damos el ejemplo de darles una consola en vez de pedirles que hagan deportes a través de deportes maravillosos como fútbol o baloncesto.
El último ejemplo de lo que es España lo hemos visto en una sala de prensa. En Almería, un periodista vasco que trabaja para una radio vasca está en directo para su emisora y pregunta en vasco al entrenador, que al compartir esa lengua materna le responde en dicho idioma. Si le preguntan en vasco, no creo que le responda en sueco o chino mandarín. Al poco de responder, un periodista se queja de que está respondiendo en vasco. Como si ahora el vasco fuera una lengua prohibida, como si la Constitución no la valorase. Además de una falta de respeto es una demostración de incultura. Si esa persona se siente más vasca que española no tienes por qué obligarla a responder en tu idioma. Te callas la boca, porque hay un señor sentado a la derecha de ese hombre llamada TRADUCTOR.

En fin, ver para creer…

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