lunes, 20 de julio de 2015

Respirar para continuar.

Aire. Dicen que es invisible, imposible de sentir o notar. Para mí no es así. Solamente hay que recordar de qué estamos hechos. De agua. Y el agua del aire. No somos más que aire. Y si reunimos una gran corriente de aire formamos el viento. Y el viento sí es fácil de agarrar. Caminar por la calle, exagerar el movimiento de los brazos y cerrar el puño. En vez de sentir el puño vacío sentimos el puño con una arena sensible y transparente en nuestra mano.

El aire me sirve para coger impulso antes de intentar atarme a las estrellas, darle vueltas al mundo entero y enfrentarme a mi destino, igual que durante otros momentos me sirvió el sol para confiar a mi conciencia en que todo iba a salir bien. Hay momentos de soledad, inquietud, y confusión, y este es uno de ellos. Es un momento en el que no hay que ser conservador. Hay que intentar ser valiente, destaparse la máscara y apostar todo lo que tenemos. No es un momento de medias tintas. Es un momento de todo o nada. De gloria infinita o pena infinita. De que continúe luchando por mis sueños tal y como llevo haciendo mucho tiempo o llevarme la primera bofetada dura de mi vida. La primera de muchas.

Es una pelea entre el destino y yo. Él quiere utilizar el viento para sacarme del escenario. Y yo soplo flojito para juguetear con el telón y saber si ya es mi momento. El momento de salir ahí a por todas. A ganar, a dar lo mejor de este pobre y más que mediocre ser humano. Es el momento de salir acaparando todos los flashes del público a narrarles la vida a aquellos que yo quiero que confíen en mí sus momentos alegres y sus momentos no tan alegres.


Todo esfuerzo tiene su recompensa. No sería justo que el cuento de hadas se rompiera por culpa de un fatídico y caprichoso futuro. No sería justo que esa luz optimista que me da el aire se rompiera. No sería justo que lo que ayer eran sonrisas mañana sean lágrimas. No sería justo que cuando hasta el aliento del aire me levanta el pulgar para decirme que todo va a favor de repente cambie su destino y ahora me toque caminar a contracorriente.

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