sábado, 11 de julio de 2015

La reina.

Son muchos los reyes y reinas que hemos heredado hasta nuestra generación y que han destacado a lo largo de todas las civilizaciones, tanto en oriente como en occidente. Estos personajes solían ser personajes que contaban con un masivo apoyo social de todos y cada uno de los estamentos que componían la estructura social del pueblo que reinaban. Además de contar con su apoyo, también tenían a los ciudadanos a su disposición, como unos sumisos encantados.Los ciudadanos ante ellos se ofrecían para servicios como arreglarles un vestido, peinarles su pelo antes de una reunión importante o trabajar para ellos como sirvientes.

Veinte años son los años que llevo viviendo. Son veinte años que se han hecho muy largos porque no he sabido ser el rey de mi propia vida, y siempre he vivido de una forma desordenada, inmadura y queriendo vivir más deprisa de lo vivido. Es por ello que ya se sabe que todas las personas a lo largo de su vida tienen a su lado a una reina. La reina tenía la opción de compartir reinado junto con su esposo o asumir también las tareas de él.

Yo hace ya mucho tiempo que acepté el hecho de que cuando encontrara a mi reina, sería de esos que les dejaría entrar en mi vida, hacer y deshacer a su antojo, con el fin de ordenar un poco todo este desastre que soy yo como ser humano. Aunque la esperanza es lo último que se pierde en la vida, es muy duro el ver como pasa el tiempo y las cosas siguen siendo tan caóticas como lo han sido siempre. Cuando se plantea esta situación, la esperanza no se pierde, pero sí que se empieza a perder algo que conocemos como ilusión, una especie de telonera de la esperanza.


Es por ello que ruego, suplico, que por fin te aparezcas ante mí, que llevo esperándote mucho tiempo con la cabeza agachada y rindiéndote pleitesía. Te ruego que te aparezcas ante mí antes de que cierra los ojos y ya no quiera esperarte, ya me dé cuenta de que lo he perdido todo, hasta la esperanza, y que tú no vas a poder estar ahí para poder hacerme recuperar la ilusión por el mundo. Te ruego que no te hagas esperar, que el corazón ya no está para estos trotes, que ya está tan roto de haber buscado tantas reinas por todos los lares que ya no se sujeta ni por sí solo, por eso te espera desesperadamente.

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