Cuando una palabra está devaluada, no hay peor síntoma que
se cree un partido político con esa palabra. Es lo que ha ocurrido con el
partido emergente valenciano llamado Compromís. Han utilizado la palabra
compromiso para maltratarla y hacerla emblema de dicho partido político. Pero
esta palabra ya estaba siendo violada y maltratada desde hace tiempo. La
palabra compromiso ya desde hace tiempo no supone lo que suponía antes. Solo
hay que mirar la cantidad de matrimonios que habían antes, y la cantidad que
hay ahora, que son mucho menores. La gente antes se casaba con la intención de
permanecer toda la vida juntos. Es verdad que eran otros tiempos, es verdad que
por unas circunstancias distintas no podíamos hablar de divorcio, y bueno, otra
época. Ahora la gente se casa sabiendo que hay más probabilidades de alcanzar
el divorcio que de celebrar unas bodas de oro y la segunda luna de miel en
Cancún.
La segunda definición de la palabra compromiso según la RAE
habla de “palabra dada”. Si esta sociedad tan hipócrita se caracteriza por algo
es por su falsedad, y por su falta de compromiso. No voy a hablar ya de la
política porque es un circo sucio, lleno de basura y donde yo no voy a
ensuciarme, tengo un mínimo de dignidad. Pero sí de las relaciones sociales. Me
da auténtico asco que no cumplamos aquellos que prometemos. Sobre todo si
cuando no lo cumplimos lo único que logramos es perjudicar a un tercero. Es una
falta de respeto con esa persona, y con nosotros mismos, pues si no somos
capaces de cumplir unas obligaciones con otras personas, cómo vamos a querer
luego que confíen en nosotros para cumplir unos objetivos.
Esto pone de manifiesto además que todos somos unos
mentirosos compulsivos, que siempre hablamos con la boca pequeña para fuera, y
para dentro somos unas fieras críticas con todo lo que nos rodea. Lo más
patético de todo es que cuando una persona no cumple con sus deberes se dedica
más tiempo a buscar excusas y echar las culpas a otro que a hacer una
autocrítica de sí mismo que le haga crecer como persona. Encontrar la respuesta
a esta actitud es muy difícil, pero yo creo que está en el hecho de que somos
capaces de tener dos ojos para ver la forma de actuar de los demás, pero para
ver cómo actuamos nosotros mismos no tenemos ojos, aunque existan recursos como
los espejos que sirvan para vernos a nosotros mismos desde una perspectiva
diferente, pero con la misma dosis de verdad y de realidad. Si prestáramos
atención a ellos y cambiáramos nuestra manera de hacer las cosas, quizás no nos
iría como nos va.
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