No me gusta hablar de política. Pero a veces no puedo
evitarme porque es que si los políticos meten el cebo yo entro. No me gusta primero
porque me incomoda, me parece algo bastante controvertido de lo que hablar. Y
luego porque no sé de política, no soy capaz de defenderme con alguien que sepa
hablar del tema.
Susana Díaz Pacheco
como todos sabemos es la presidenta de la Junta de Andalucía. Y por lo leído
esta semana, parece que también se ha licenciado en Filología Hispánica. A la
citada no se le ocurrió otra cosa que en el II Plan de Igualdad de Género en la
Educación obligar a que usemos “población andaluza” en vez de “andaluces” y
“alumnos y alumnas” en vez de “alumnos”. Primero habría que decirle a la
susodicha que la lengua no es algo que tenga sexo, y segundo, que ella está
haciendo algo que odiamos los andaluces: que nos obliguen a cambiar nuestra
forma de hablar, que nos hagan dejar de ser nosotros mismos.
El tema del feminismo y la igualdad es algo que me llega a cansar
hasta parecerme realmente aburrido. Obviamente me parece patética la violencia
de género. Es algo muy rastrero. Y también que haya quien no sea capaz de ver
que la mujer no es ni mejor ni peor que el hombre. Generalmente en el aspecto
físico somos superiores a ellas, y en el aspecto intelectual ellas son mejores
que nosotros. Pero hay cosas que ya rozan lo absurdo. Esta medida de la Junta
se une a otras como las del ayuntamiento de Valencia de cambiar los símbolos de
los semáforos porque es algo “machista”, criticar a Alejandro Sanz por defender
a una mujer que estaba siendo agredida en un concierta que sea algo “machista”,
que el género neutro del lenguaje sea algo “machista” y haya que usar la “x” y
la “e” para referirnos al neutro, son cosas muy exageradas.
Como decía, la propia medida nos obliga a cambiar nuestra
forma de hablar y de expresarnos. ¿Qué tiene de malo o de incorrecto hablar
como me han enseñado mis padres, y mis abuelos enseñaron a mis padres, y mis
bisabuelos a mis abuelos… y así toda la vida? Lo peor no es que te suspendan
por hablar así. Lo peor es que da la sensación de que si no hablamos como se
propone, ya somos unos machistas.
Ojalá Susana Díaz, que por cierto está más pendiente de
Madrid que de la región que preside, hubiera tenido la misma contundencia con
los Cursos de Formación y con los ERE que está teniendo con esta medida suya. Quizás
ese sea el problema de Susana: por estar a otras cosas, no es capaz de ver que
es la máxima representante de una comunidad que lidera el fracaso escolar, y
que cuenta con el mayor número de denuncias por violencia machista, o lo más
grave: que el himno de su comunidad menciona una de las dos expresiones que
quiere prohibir: “andaluces, ¡levantaros!” Ya lo dice la canción: Susanita
tiene un ratón, un ratón chiquitín…
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