Por fortuna o por desgracia, así eres tú, así soy yo, y en
general, así somos todos nosotros. Nos tiramos mucho tiempo de nuestra vida
pensando en condicional, pensando en los famosos “¿y si?”: “¿y si llego a
tiempo?” “¿y si le pasa algo?” “¿y si Madrid organiza unos JJ.OO?” Pensamos así
porque creo que el mejor defecto que podemos tener las personas es la
inseguridad. ¿Hay algo que nos haga más imperfectamente perfectos que dudar de
algo?
Nos tiramos toda la vida pensando en el condicional, ya sea
el primero, el segundo o el tercero, en que va a pasar algo, y lo único que
pasa es la vida. Cuando por fin despejamos las dudas del “¿y si?” nos damos
cuenta incrédulos y con las manos en la cabeza de que ya estamos pensando en el
pasado de ese condicional: “¿y si hubiera llegado a tiempo?” “¿y si le hubiera
pasado algo?” “¿y si Madrid hubiera organizado unos JJ.OO?”
Igualmente es comprensible que pensemos así: muchas veces
dejamos nuestras decisiones en manos de algo tan arbitrario e imparcial como
puede ser el tiempo, siendo ello más peligroso que irte al casino con los ojos
vendados y tener que apostar entre rojas y negras. Y el tiempo, igual que la
vida y otras tantas cosas, a veces te quita algo merecidamente, y otras veces
te da algo sin que hayas hecho ningún mérito para conseguirlo.
Siendo sinceros: nunca vamos a lograr controlar el comportamiento
del tiempo. A veces racional, a veces irracional, estamos hablando de algo más
caprichoso y juguetón que “La chica de ayer” de Nacha Pop. Por mucho que le
digamos que “ahora no podemos jugar”, nuestra cabeza va a estar eternamente
dando vueltas y persiguiéndolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario