sábado, 28 de mayo de 2016

Un deseo

No creo en la reencarnación. No creo en dios y no voy a creer nunca. Pero si en algún momento perdiera la poca cordura que me queda y me diera por creer en estas cosas, quiero pedir el deseo de reencarnarme en ella.

Me gustaría ser ella en otra vida porque es un ejemplo en todo: un modelo de vida como persona, como estudiante, como amiga, como amiga con derecho a roce y hasta como compañera de asiento en el AVE. Y porque ella es una perseguidora constante de esperanza: hablan mal de ella, la golpean, la insultan, le escupen, y ella sigue allí, persiguiendo lo que quiere, como si no hubiera pasado nada. Tiene la espalda llena de arañones y ahí sigue ella, al pie del cañón, impoluta, plantando cara a las cosas, de frente, sin miedo a nada.

No tiene miedo a nada, y sale mañana tras mañana a comerse el mundo. Y no sé cómo lo hace pero todo lo que se propone lo consigue, aunque no le salga a la primera, aunque no le salga a la segunda, nunca tira la toalla. Si en otra vida quiero reencárname en ella el motivo es precisamente ese: que yo soy un desastre que a la mínima me agobio, me encierro en mi negatividad y ya no soy capaz de pensar que voy a ser capaz de sacar las cosas adelante. Y ella es todo lo contrario: ella tiene esa puta manía de sonreír incluso cuando las cosas van a contracorriente  que me enloquece al mismo tiempo que me desespera de una forma bestial. ¿Saben por qué me desespera? Porque ella hace de su permanente sonrisa su estilo de vida. Y cuando ella tiene un mal día no agacha la cabeza. Ella sonríe, sonríe y sigue sonriendo. He pensado ya demasiadas veces que está como una puta cabra, pero supongo que ya me he acostumbrado. Muchos le dicen que no tiene motivos para hacerlo y ella sigue sonriendo hasta conseguir hacerles comerse sus palabras.


Le dicen eso porque no soportan que ella sea así. No soportan que ella tenga esa valiosísima virtud de estar siempre intentando buscar el lado bueno de las cosas (aunque a veces eso sea un ejercicio de imaginación muy grande), que nunca se siente desanimada, que cuando tiene un error no ha pasado ni una décima de segundo y ya está ella intentando arreglarlo. Porque ella es así: alegría, pura sonrisa y adrenalina. Si no fuera así, ¿ustedes creen que sería una casualidad que el color de sus ojos sea verde esperanza? Pues no.

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