No creo en la reencarnación. No creo en dios y no voy a
creer nunca. Pero si en algún momento perdiera la poca cordura que me queda y
me diera por creer en estas cosas, quiero pedir el deseo de reencarnarme en
ella.
Me gustaría ser ella en otra vida porque es un ejemplo en
todo: un modelo de vida como persona, como estudiante, como amiga, como amiga
con derecho a roce y hasta como compañera de asiento en el AVE. Y porque ella
es una perseguidora constante de esperanza: hablan mal de ella, la golpean, la
insultan, le escupen, y ella sigue allí, persiguiendo lo que quiere, como si no
hubiera pasado nada. Tiene la espalda llena de arañones y ahí sigue ella, al
pie del cañón, impoluta, plantando cara a las cosas, de frente, sin miedo a
nada.
No tiene miedo a nada, y sale mañana tras mañana a comerse
el mundo. Y no sé cómo lo hace pero todo lo que se propone lo consigue, aunque
no le salga a la primera, aunque no le salga a la segunda, nunca tira la toalla.
Si en otra vida quiero reencárname en ella el motivo es precisamente ese: que
yo soy un desastre que a la mínima me agobio, me encierro en mi negatividad y
ya no soy capaz de pensar que voy a ser capaz de sacar las cosas adelante. Y
ella es todo lo contrario: ella tiene esa puta manía de sonreír incluso cuando
las cosas van a contracorriente que me
enloquece al mismo tiempo que me desespera de una forma bestial. ¿Saben por qué
me desespera? Porque ella hace de su permanente sonrisa su estilo de vida. Y
cuando ella tiene un mal día no agacha la cabeza. Ella sonríe, sonríe y sigue
sonriendo. He pensado ya demasiadas veces que está como una puta cabra, pero
supongo que ya me he acostumbrado. Muchos le dicen que no tiene motivos para
hacerlo y ella sigue sonriendo hasta conseguir hacerles comerse sus palabras.
Le dicen eso porque no soportan que ella sea así. No
soportan que ella tenga esa valiosísima virtud de estar siempre intentando buscar
el lado bueno de las cosas (aunque a veces eso sea un ejercicio de imaginación
muy grande), que nunca se siente desanimada, que cuando tiene un error no ha
pasado ni una décima de segundo y ya está ella intentando arreglarlo. Porque
ella es así: alegría, pura sonrisa y adrenalina. Si no fuera así, ¿ustedes
creen que sería una casualidad que el color de sus ojos sea verde esperanza?
Pues no.
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