Escribir a veces puede llegar a
ser bastante complicado. En este momento me siento con muchas cosas que decir y
que contar. Pero no me sale, y cuando me sale no me gusta. Volver a empezar
hasta hartarte de sentirte tan impotente. Tampoco me ayudo para nada ahora
mismo. Internamente sufro un cortocircuito y una disputa entre el corazón y la
cabeza: el alma me dice muchas cosas de forma irracional, y la cabeza me dice
cosas totalmente opuestas, que además rechazan los sentimientos y apuestan por
la racionalidad.
Siento bastante hastío con todo. Porque
siempre es igual, la misma historia, la misma basura. Con todas las cosas que
surgen estamos intentando hacer una guerra civil basada en el “estás conmigo o
estás contra mí”. ¿Qué pasa con los que somos neutrales en muchas cosas? Les da
igual. Lo que les interesa es que les apoyes. Y si no les apoyas te conviertes
en un enemigo suyo. Y yo como ser humano detesto que me digan cómo tengo que
pensar o qué me tiene que gustar. Si me da igual el doce de octubre ni soy un
facha, ni soy un extremista al que le está saliendo coleta, soy una persona a
la que tal día le da lo mismo, es uno más como otro cualquiera.
Hartazgo noto también incluso a
la hora de dar mi opinión. Siempre he pensado que a mí no me lee nadie y así
seguiré pensando. Me gusta escribir y tirarme a la piscina, y me da igual si
tiene agua o no. Pero cuando leo la reacción de la gente ya me empieza a ser
cansino que a la gente a la que no le gusta lo que hago, digo o escribo usen
cualquier cosa para demostrarme su disconformidad. Tolero la disconformidad y
la crítica constructiva, lo que ya me cansa es que se llegue a la falta de
respeto, y que incluso los no conformes con mi opinión la lleguen a usar de
forma “justificada”. Es alucinante que en el año en el que estemos sigamos
justificando cosas tan patéticas como el insulto como respuesta a algo que no
va con tu modo de ser.
Reconozco también vivir ahora
mismo una situación personal complicada. Vivo en un círculo vicioso del que no
termino de salir, y del que cuando salgo cada dos por tres estoy volviendo a la
misma página aunque sea por saber cómo le va. Y cuando sé que si le va bien por
un lado estaré feliz. Pero por otro me joderá más que nunca. Lo pienso una y
otra vez. ¡Qué felices habríamos sido si los kilómetros en vez de ser eso,
kilómetros, fuera la cantidad de caricias que nos habríamos dado todo este
tiempo. Pero no. El pasado, pasado es. Pero claro: llevo con la misma cantinela
desde que acabó el verano y ya ha llegado el frío y yo sigo igual de perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario